Sweet Sahumerio

Era más de medianoche cuando Susan se acostó, no tenía sueño, claro, se había tomado dos tazas de café con vainilla en el kisoko que se encontraba a una cuadra de su preuniversitario.
- Me hice adicta a la cafeína- se decía mientras intentaba tomar atención a lo que decía la profesora de historia.
Ese día no había sido del todo "normal", en la mañana, de manera muy extraña, su hermana se había despertado antes que ella, e incluso mientras Susan soñaba. Además, la razón para ahber cometido semejante delito (Susan se ponía mañosa cada vez que la despertaban) era que no se podía conectar a internet.
- No se ven los dos computadores en la barra de abajo- le había dicho
- Carol, eso no tiene nada que ver con la conexión a internet, yo perfectamente puedo decidir si ponerlos ahí o no- dijo Susan soñolienta.
Aún con la mitad del cerebro dormida, Susan pudo solucionar el problemita, que, al parecer, había sido que el cable del módem estaba suelto.
- ¿Y para qué te vas a conectar a las 9 de la mañana al MSN? A esa hora no hay nadie conectado- preguntó Susan.
-Ah, no sé-
Como siempre su hermana con esa gran capacidad de dar una respuesta del todo convincente y bien argumentada...
Ahora la pobre Susan recordaba lo sucedido y se reía...
De pronto algo llamó su atención, todo estaba muy tranquilo allá afuera, unas cuantas gotas caían de repente, rompiendo el silencio. En un instante lo oyó, abrió un poco la cortina, pero los vidrios estaban tan empañados que no podía ver nada. Agudizó su oído, lo sentía...cerca, era grande, sentía la presión que generaba la criatura en ese espacio...sintió como sus pulmones perdían aire.

Alguien chapoteaba en las charcas que se habían formado en la vereda. Pasó un auto, otro...una nube pasajera dejaba caer su artillería acuosa...parecía como si alguien se estuviese duchando. En la calle, el goteo se hizo más rápido, ahora iba al ritmo del tic-tac de un reloj. No aguantó más y limpió la ventana con el puño de su polerón, un auto pasó y luego lo vió...una sombra enorme se levantó del suelo y fijó su mirada en ella, Susan sentía como sus ojos se llenaban de lágrimas...no tenía miedo, pero estaba muy nerviosa, sintió que el tiempo no existía, era ella y la criatura en un gran y profundo vacío. No podía correr la cortina, estaba paralizada, vió cómo la sombra se estiraba en el suelo y desaparecía dejando un silencio insoportable.